Los sueños. ¡Qué cosa tan curiosa son los sueños! A día de hoy, los libros que versan sobre su interpretación se ubican en los estantes de "esoterismo" o "ciencias ocultas" de los grandes almacenes. Parece ser que se les ha relegado al ámbito de la inverosimilitud y la irrealidad, lejos han quedado las brillantes disquisiciones de un pionero Dr. Freud. En la psiquiatría actual se prefiere atiborrar al paciente con fármacos químicos para intentar parchear el problema, que ahondar en el origen del mismo.
Yo me pregunto cómo hemos pasado de un extremo a otro con tanta celeridad. No soy psiquiatra ni psicótica, pero para mí los sueños son los guardianes de un imaginario personal que uno ni siquiera sabe que posee. A lo largo de los dos últimos años he tenido un sueño penosamente recurrente: la muerte de mi madre. Lo curioso es que en mis horas de plena consciencia casi nunca pienso en ello. La mente humana es como un torrente de agua, no puede ni debe apartarse de su cauce natural. Lo que silenciamos en nuestro consciente se manifiesta en el subconsciente.
Señores doctores, eminencias del saber, como dice mi padre: en la vida no todo es blanco o negro, hay muchas tonalidades de grises. Y yo añado: y menos en la mente humana.
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