viernes, 22 de octubre de 2010

El lado oscuro de la ignorancia

En un corto espacio de tiempo he vivido y presenciado dos situaciones que han alterado mi tranquilidad y me han hecho reflexionar.
La primera: una bucólica tarde soleada Sergio y yo, sentados junto al estanque del Parque de El Retiro, vimos fenecer a un inocente pato por la pedrada de unos salvajes.
La segunda: un bobalicón perturbado me amenazó de muerte.
Es curiosa la humillante cobardía de la que hacen gala aquellos mismos que emplean y abusan de la violencia con total impunidad. El miedo es el sentimiento más poderoso que existe, por encima de otros pesos pesados como el amor o la codicia, pues es capaz de anular completamente la personalidad y la voluntad de una persona, de rebajarle a la más absoluta insignificancia e invalidez. Por ello, en esos días en los que mi psiquis se halla especialmente malévolo, me conformaría  con vislumbrar en la mirada de esos desalmados una ínfima parte del terror que consiguen infundir a menudo en los que los rodean.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sobre los fundamentos de Don Vito

Seguro que todos en algún momento hemos escuchado la típica frase: "sí, mi madre y yo no nos llevamos bien, pero la quiero porque, al fin y al cabo, es mi madre". No sé si se debe a las circunstancias que han rodeado mi existencia, pero a mí eso de la "llamada de la sangre" me resulta más propio del mundo animal que del humano. Dejando de lado la genética - para qué nos vamos a engañar, ¡soy muy de letras! - el concepto de familia, tal como se nos ha inculcado de forma tradicional, se sostiene con alfileres.
Es innegable que cada persona es portadora de un tanto por ciento de los genes  paternos y de otro tanto de los maternos, pero ello no obliga a albergar unos determinados sentimientos por nuestros progenitores. El parentesco no es sinónimo de lazo de unión, y si éste no se complementa con afecto, comprensión e interés resulta vacío y carente de valor.
De modo que ¿cuál es el criterio que delimita los cánones de una familia?. La vida es más breve de lo que nos gustaría, por lo que mi consejo es que no perdamos el tiempo comiéndonos el turrón y el mazapán con gente a la que no hemos visto en años sóla y exclusivamente por compromiso. Tengamos la suficiente personalidad y autonomía de pensamiento y acción para formar nuestra propia familia con aquellos que constituyen un verdadero baluarte en nuestras vidas, pues nos confían sus experiencias y se involucran en las nuestras.